A 36 años, los lápices siguen escribiendo
Durante septiembre de 1976 el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del Ejército y la Policía de la provincia comandada por el represor Ramón Camps aterrorizaron a la ciudad de La Plata, en particular a los estudiantes secundarios y universitarios. Durante la noche del 16 de septiembre, la policía y el ejército secuestraron 10 pibes y pibas, en su mayoría menores de edad y los trasladaron a los distintos Centros Clandestinos de Detención: “Arana” y “Pozo de Banfield” fueron algunos de los centros del horror en los que fueron vistos. Los adolescentes 16 y 18 años eran estudiantes - la mayoría de ellos - del Normal 3 de La Plata y militaban en la UES. Todos habían sido militantes por el boleto estudiantil.
La noche de los lápices: los pibes y las pibas |
La comunidad educativa estuvo en el ojo de la tormenta desde el comienzo. No casualmente, en el inicio de la dictadura, esa misma madrugada del 24 de marzo fue acribillado Isauro Arancibia - el maestro tucumano fundador de la CTERA-, junto a su hermano Arturo, también docente. Así fueron uno tras uno, llevándose a Eduardo Requena en Córdoba, a Marina Vilte en Jujuy, arrancando 600 guardapolvos de las aulas.
Primero, pusieron en marcha la persecución y el aniquilamiento físico, con él vino el oscurantismo, que plagó los contenidos educativos y finalmente, así, se conjugó el método del terror. La estrategia de la dictadura cívico militar consistió en destruir el proyecto político que buscaba la liberación nacional y social, antagónico a los planes que pretendían ejecutar. La resistencia al plan estaba en las escuelas, en los sindicatos, en los centros de estudiantes, en las fábricas, en las parroquias y comunidades de base de la iglesia de los pobres. Allí fueron, con el método dispuesto a destrabar el plan.
Desde 2003 la condena social y la decisión política confluyeron acabando con el ciclo de la impunidad. El Estado tomó como política pública la histórica lucha de Memoria, Verdad y Justicia, que construyeron las Madres, los HIJOS, las Abuelas, los ex-Presos, los Familiares y las organizaciones sociales, políticas y sindicales.
A 36 años, el objetivo sigue vigente: la construcción de una educación pública que se transforme y lleve el pulso de las transformaciones sociales. A 36 años, seguimos diciendo: la Escuela Pública enseña, resiste y sueña.
DANIEL ALBERTO RACERO, MARIA CLAUDIA FALCONE, MARIA CLARA CIOCCHINI, FRANCISO LOPEZ MUNTANER, CLAUDIO DE ACHA y HORACIO UNGARO ¡Presentes! ¡Ahora y siempre!
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